miércoles, 18 de abril de 2012

A Peñacorada

Te enredaste en mi pelo, en mis ojos, en mi mente. Te hiciste imprescindible para respirar, para sentirme en casa.
 Eres mi casa, mi refugio. Pero tuve que irme. Me dolió.
 Me dolió tanto, que te busqué en otros aromas, en otras flores, y no eras tu.
Nunca nada es como tu.
Sé, que cuando la soledad me atormenta, puedo volver, y lo hago.
Recorro tus sendas, que también son de otros, me envuelves de perfumes, recónditos en mi memoria, y sí, te reconozco y me reconoces, me vuelves a aceptar.
Nos olemos.
Me miras y te miro.
Nos sonreímos.
Te piso, y me sujetas. Bailamos. Yo con mis pies, tu con tus alas.
Ahora tengo que irme de nuevo, cuando vuelva, se que me estarás esperando

A Peñacorada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario